domingo, 21 de marzo de 2010


Alguien se asoma a la ventana empañada, abre la cortina y deja que la luz cubra de tibieza la habitación. Apoya una mano sobre el vidrio humedecido, mientras con la otra dibuja su contorno. Luego, acerca su rostro hasta sentir el contacto que le enfría la piel. Permanece en ésa posición durante unos instantes, con los ojos cerrados, para evitar el desvío del exterior. “Ha llegado el momento”, se dijo. Con esfuerzo, intenta despegar cada parte de su cuerpo, sus extremidades se van plegando hasta caer desparramadas por el suelo; lo mismo le sucede a su cara. Abre los ojos, para realizar una última observación, y cede ante el derrumbe. Su boca, inmutable, continuaba pegada ante el vidrio, morada a causa del frío. Logró moverse y, de a poco, comenzó a apartarse. Aquélla boca murmuraba unos sonidos desconsolados, semejantes al llanto de un niño. Anduvo de un lado para otro, golpeándose con objetos de la sala, su ceguera lo desapropiaba, enajenándolo de su entorno. Trató de orientase pero no lograba recordar nada respecto a su pasado, ni siquiera cómo es que había abandonado su cuerpo (¿ o era que su cuerpo lo había abandonado?).
 Había perdido su identidad, no era más que una boca.  Empezó a hablar, era lo único que podía hacer, y quiso creer que con ello le bastaría. Dijo una que otra palabra pero no lograba sentirse a gusto; seguía sintiéndose perdido. Sufría la ausencia, el desconocimiento ante aquélla vida a la que creía pertenecer. Gritó fuertemente. La angustia aumentaba con el llanto, hasta romper a pedazos los vidrios de la ventana.
Desde afuera, alguien que pasaba cerca de la ventana, lo escuchó; aquélla preocupación se extendía hacia oídos extraños. Éste se acercó hasta la puerta, golpeándola  una, dos, tres veces; nadie contestaba. Cuando estaba por marcharse, escuchó que una voz decía: -“no entres, nadie puede verme”. El hombre acercó su cuerpo hacia la puerta y le dijo: - “Si no querés  abrir lo comprendo, soy un extraño que golpea a tu puerta, pero quiero saber qué te sucede”-. Entre sollozos, -“ es en vano que continúe gritando si mis lágrimas no salen, no puedo sentirlas ni verlas, como solía hacerlo, no encuentro nada en éste lugar; todo está construido para un cuerpo pero nadie piensa en una boca, eso es lo que soy, ¿ habría de interesarte?.” -“ Tus gritos perturbados me hicieron sentir que, tal vez, podría ayudarte; sólo necesito  que me hables, ¿acaso no es lo único y  más importante que una boca puede hacer?”. -“ No sé qué decirle, de repente me di cuenta que mi cuerpo se había ido, que no tengo nombre ni me acuerdo nada de mi vida, si alguna vez tuve una; caí en la desesperación y por eso usted me ha escuchado”.- “, Ojalá pudiera acompañarlo y ser, también, una boca. Imagine cómo sería un mundo extinto de la fatalidad del cuerpo; ya nadie podría corrompernos.”
 En ése momento se abrió la puerta, y el hombre tuvo a la boca enfrente suyo. “¿Le puedo hacer  una pregunta?,¿cómo es que logró transformarse?”, dijo el extraño. ----
-“Recuerdo que cerré los ojos, los apreté fuertemente y deseé que mi cuerpo se perdiera en el olvido, en una lejanía irrefutable. Cuando logré recobrar el habla, me di cuenta que mis partes habían desaparecido.” Mientras éste hablaba, el hombre cerró los ojos y comenzó a sentir lo mismo que en el relato. Sus párpados cesaban ante la pesadez de su materialidad, despojándose de todo aquello que solía constituirlo.
Al cabo de unos instantes, su cuerpo se había desvanecido. Ahora era él quien gritaba.

1 comentario:

Conde Arcano dijo...

quisiera darles mis mas calurosas felicitaciones... las de un poeta chileno, Francisco!!! Sigan adelante que esto está buenísimo...

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